martes, 26 de febrero de 2008

La Fiesta Alternativa. algunas consideraciones


El llamado “apagón cultural ” que desenchufó las artes chilenas durante la Dictadura Militar mantuvo silenciado al país hasta los años 80’s. Un silencio que se hizo carne con la desaparición, tortura, y exilio de muchas personas. Quizás esta imagen quedó patente en las artes visuales cuando en 1975 la exposición de Guillermo Núñez fue clausurada, él detenido y luego expulsado; Ernesto Saúl inscribe este período como de sobrevivencia: “la clausura de la exposición de Guillermo Núñez y su expulsión del país fijaban los límites del decir y el hacer”. Sin embargo, todo comenzó a cambiar, todo comenzó a ser descosido con los primeros movimientos de protesta.
Ahora bien, esta protesta no se concentró sólo en los cánticos y caceroleos en la oscuridad de las calles, frente a las barricadas o en medio de los cortes del alumbrado público, sino también aparecieron nuevos modos de proponer inquietudes para la palabra, la imagen, y la reflexión que en cierta forma plantearon una crisis sobre las formulas habituales de representación pictórica dominante hasta entonces.
A través del acercamiento a nuevas posibilidades visuales, entre ellas, fotografía, video, instalaciones, acciones de arte y otras, el tejido cultural chileno propició propuestas visuales diferentes y aunque no voy a profundizar demasiado sobre esto, quisiera hacer algunas consideraciones sobre el Grupo CADA, respecto de sus intentos por constituir una fusión entre el arte y la vida, vinculación que me parece relevante a la hora de construir texto sobre las fiestas urbanas.
En su tercera acción ¡ Ay Sudamérica! en 1981 exponen en el panfleto: “Nosotros somos artistas, pero cada hombre que trabaja por la ampliación, aunque sea mental, de sus espacios de vida es un artista.
Lo que significa que digamos el trabajo en la vida como única forma creativa y que digamos, como artistas. No a la ficción en la ficción ”.
Es decir, CADA propuso un acercamiento sobre lo social, y al mismo tiempo un desplazamiento del muro de la galería al muro en la calle, en el pavimento, en el cielo.
Ahora bien, más allá de la crítica que las propias acciones que CADA produjeron puesto que consideraron sus propuestas de opacidad interpretativa y hermética, es importante señalar que el ocupar nuevos espacios fuera de la galería o el museo en un contexto colectivo y establecer formas nuevas de operación visual, son dos antecedentes que sedimentarán el espectáculo de las fiestas más adelante.
Por otro lado el teatro de fin de siglo también se constituye como un precursor mediato de las condiciones de la visualidad lúdica de las fiestas.
El teatro de Fin de siglo fue una especie de disidencia dentro de la disidencia. En un antiguo galpón de 1918, sede sindical de los jubilados de la ex ETC, se gestó el Trolley como el desafío por mantener proyectos escénicos a través de propuestas nuevas, propiciando la autogestión, los pocos recursos, y los constantes problemas con la censura.
“En 1984 con un grupo de actores arrendamos un gran galpón perteneciente al sindicato de jubilados de los conductores de Trolleys. De ahí se bautizo este Espacio como "El Trolley"[1], el cual sería la sede del grupo teatral Fin de Siglo.
El financiamiento y la producción de las obras se realizaron a través de eventos - fiestas que se realizaban el único día sin toque de queda los viernes y Sábado. Estas fiestas se transformaban en centros de disidencia política y cultural. El Trolley se convirtió así en el espacio donde diversos creadores aislados por la dictadura podían dar a conocer lo que manifestaban, lanzamiento de revistas, de poesía, proyección de cortometrajes, teatro, danza etc. Combinando estas experiencias, visuales y teatrales, experiencias que se caracterizaron fundamentalmente por proponer desplazamientos hacia los ámbitos cotidianos del vivir mediante una opción colectiva y al mismo tiempo utilizando nuevas tecnologías, apoyados de igual modo, por la influencia musical que comenzó a ingresar al país con el retorno de numerosos exiliados, aparecieron, las primeras fiestas alternativas chilenas: las Spandex.
Amparadas en la diversidad que para muchos se constituyó en extravagancia, y en el carácter incomprensible para los sistemas de control, las Spandex congregaron a jóvenes que no vivieron el golpe de estado, ni participaron de las utopías de la unidad popular, sin embargo mantenían una posición contestataria frente al régimen militar. Ya no era la peña o la discoteca lo que buscaban, no era sólo el canto melancólico frente al charango o la guitarra, tampoco la música ensordecedora de la disco, sino una propuesta visual, musical, y teatral, de discursividad políticamente comprometida. Con ellos, aparecieron nuevas vestimentas, nuevas músicas, nuevos signos gestuales, pues para esta generación era necesario marcar la diferencia, establecer nuevos códigos para sustentar condiciones de identidad propia.
Las Fiestas Spandex se realizaron inicialmente en el Teatro Esmeralda, en el sector de San Diego, y fueron organizadas por un conjunto de personas asociadas al mundo del teatro, las artes visuales y el diseño como medio de financiar el montaje de la obras. Ahora bien, en el marco de estas fiestas que llamaremos alternativas, término que hace referencia a un circuito musical surgido en los márgenes de la corriente principal de la música pop cabría preguntarse qué relación podríamos establecer entre esta arqueología de texto que hemos construido y las fiestas góticas.
Bueno si bien es cierto las condiciones de los ochenta cambiaron radicalmente sobre los noventa, la estructura de lo festivo mantuvo cierta raigambre anterior: el espectáculo, la puesta en escena, las nuevas tecnologías, las nuevas estéticas. La fiesta se articuló como una operación artística, en donde se emplean variadas manifestaciones visuales y teatrales; una especie de acción visual colectiva que congregó nuevas propuestas y amplió los espacios habituales de creación y circulación. Es decir, el espacio urbano, se transforma en un espacio simbólico durante la fiesta, y ésta “es la escenificación de la vida de cada época y de cada cultura y los elementos de esta fiesta, perennes o efímeros, es lo que etiquetamos con la denominación de arte”. La fiesta gótica recibió esta herencia. Ahora bien, otras serán sus urgencias, sus modelos, sin embargo es importante recalcar que ésta y otras fiestas urbanas ubican a la discoteca como un espacio de creación cultural, puesto que no podemos pensarla sólo como un lugar de diversión, me refiero a la banalidad en el uso de esta palabra sino más bien como un espacio en donde se congregan estéticas corporales individuales y se realizan ritos de relación, seducción, evasión, que dan cuenta, constituyen e identifican a la contracultura juvenil.

1. http://www.griffero.cl/archivo.htm
* extracto de borrador sobre Fiestas Góticas. 2003

2 comentarios:

showmethebest dijo...

estaba buscando yo info acerca de las fiestas Spandex
Y MIRA DÓNDE ME ENCUENTRO!!
muy buenos datos.
agradezco la info y admiro
profundamente tu forma y facilidad de escribir.

salud y buen vida

Lilith dijo...

Hola gracias por el trabajo, queria pregunatrte mas sobre la fotografia que posteas-